Biografía

 

Su nombre artístico responde a sus señas de identidad personales, familiares y musicales. Yolanda Sánchez Igal desde pequeñita destacó por su talento para la música y el baile. Pero no fue  hasta su época universitaria cuando empezó a hacer sus primeros giños al canto en un grupo juvenil de rock. Poco a poco fue animada a seguir en ello y formarse. Sus primeros pasos fueron en la Escuela de Música Artsaia que le llevarían años después a seguir sus estudios en Barcelona.

Fue su padre, agricultor, quien un día de verano en el campo con ella, le enseñó el significado de la palabra Calima ( «tierra en suspensión») y que ella decidió adoptar como nombre artístico, escrito con K, por expresar sus «inclinaciones exóticas», como dice su padre. Poco después supo que Kalima, en el idioma árabe significa palabra y que es también una mariposa cuyos colores se camuflan con el de las hojas ( como a ella le gusta camuflarse y fundirse con la naturaleza).
Ysi Kalima recoge en su nombre artístico aquello que siempre fue, su identidad y el amor a la naturaleza, así como el mestizaje y la fusión, todo ello llevado a su música y expresado a través de su voz y su personal forma de cantar. Curioso el apodo de su familia por parte de madre «Los Gorriones«; el destino ya le tenía preparado su camino: canta y vuela.

Ysi Kalima es aire: una voz que  nos envuelve y embarga de emoción. Nos eleva transportándonos a mundos de ensoñación. Ysi Kalima es tierra:  ritmo y fuerza que nos aviva con su voz. Ysi Kalima es música, diversidad, creatividad, fusión, exotismo, reminiscencia, ritmo, elegancia, sensualidad y pasión sobre un escenario. Con una puesta en escena cuidada y un repertorio delicadamente escogido, atrapa al público y le invita a participar de sus emociones. Como dice la cación A’tini al-Nay del gran poeta Gibrán Jalil Gibrán y que Ysi Kalima recoge en su disco Miscelánea:

«…Dame la flauta y canta,

pues el canto es el secreto de la existencia…

¿Has tomado al bosque como casa,

al igual que yo, dejando los alcázares,

y has seguido las acequias

y trepado a las peñas?…

…¿Has bebido el vino de la aurora

en copas de éter?…

…¿Te has tumbado sobre la hierba por la noche

con el cielo como manto,

despreocupándote del futuro

y olvidando el pasado?…

…Dame la flauta y canta pues es el canto es la rectitud de los corazones»

«Mis comienzos musicales fueron en la música rock, que me brindó la experiencia más reveladora de mi vida: subirme a un escenario y sentirme libre, etérea y fuerte a la vez, sorprendida de mí misma y agradecida a quienes estaban a mi lado.
Me adentré en el creativo mundo de la música electrónica. Pura libertad creativa. TCH Factory me descubrió a mí misma y mi manera de expresarme con mi voz.
En Barcelona descubrí nuevas músicas, nuevos mundos gracias a Michele Faber ( Jazz), Dibe Dibosso ( Hip Hop), Emmanuel Djob (Gospel). Mi infatigable curiosidad me llevó hacia el Fado, el Bolero, la Chason Française, el Bel Canto, la Ópera, el Blues, el Funky, el Soul, el Cabret…que me descubrieron las enseñanzas de Ella Fitzgerald, Edith Piaf, Nina Simone, Sara Vaughan, Chavela Vargas, Dianne Reeves, Bobby Macferrin, Chet Baker, Billie Holliday, Yma Sumac, Miguel Poveda, Camarón, BB King, Amália Rodrigues , Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Feiruz, Umm Kulthum, Anita O ‘Day, Muddy Waters, Mahalia Jackson…y tantos otros y otras artistas de quienes guardo con cariño su herencia musical. A todos ellos les debo mi voz.

La música es una herencia que debemos seguir legando porque  mueve montañas, ilumina la vida y enriquece el alma.
Siempre sentí una atracción especial por ella hasta que un día de manera casual comencé a cantar.  Aquello fue el comienzo de un maravilloso viaje sin retorno. Un viaje hacia el descubrimiento de las raíces que habían echado en mí todas esas sonoridades que me cautivaron durante años y lo siguen haciendo, enfrentándome a retos musicales con pasión y dedicación.
No pongo límites a mi sonido y me gusta jugar con mi voz, sentir, volar, compartir, fluir hacia donde ella me lleve. Y seguir explorando cada día aquello, que aunque a veces olvidado, siempre fui».

«Ysi Kalima supo combinar todos los argumentos vocales y mostró una de las voces más armoniosas de la velada. Tuvo detalles de todo tipo, claridad en el ataque, dominio de la respiración, incluso se permitió el lujo de romper la voz mostrando un atractivo punto de ronquera en su defensa del tema Stop de Sam Brown que luego aderezó con Fire and Ice de Pat Benatar»    Santi Etxeberria, crítico musical del Diario de Navarra, Pamplona 2000. 

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